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Cuando lo que criamos, no nos conforma, comenzamos a buscar afanosamente sus posibles causas, si los progenitores utilizados fueron formados en nuestra gallera, guardaremos un piadoso silencio y maldeciremos nuestra mala suerte. Ahora, si fueron adquiridos para tal fin, nos encargaremos de que no quede un colega que no conozca el nombre de quien nos engañó descaradamente. Si tuviéramos la posibilidad de contabilizar los valiosos animales que fueron desaprovechados por la impericia de quienes se dicen criadores, veríamos que son tan numerosos, que condenar a un criador porque sus animales no llenaron las expectativas de algún saca pollos, resulta por l menos temerario. El auténtico criador se hace cargo de sus equivocaciones, es incapaz de transferir a otros sus propios errores, sabe que no hay criadores infalibles y sabe también que reconociendo sus fracasos, se fortalece su propia credibilidad. Hace algún tiempo, un estimado amigo, músico y gallero, tempranamente fallecido, José Coppo, cordobés de nacimiento y entrerriano por adopción, y recientemente un colega de la provincia de Corrientes, el Sr. Oscar Vargas, me contaron la historia de unos gallos criados por los hermanos Mazfkauchán, estos reconocidos galleros riñeron durante varios años, hasta que murieron, unos gallos de una agresividad, poder y espuela poco común; me contaba el amigo Vargas, que eran tan agresivos que en los primeros minutos de pelea acertaban poco con las espuelas, pero a medida que se tranquilizaban no perdonaban una. Durante años hicieron estragos en los reñideros de aquella zona del litoral argentino. Cuando los hermanos Mazfkauchan mueren, gallos y gallinas fueron a parar a manos de un aficionado de la provincia de Entre Ríos; a los pocos años, aquellos gallos que se cansaron de ganar riñas, se convirtieron en gallos perdedores. La pregunta que se hicieron los colegas de aquella región era: ¿Qué método de cría usaron los hermanos Mazfkauchan para mantener durante tantos años tan alto nivel de eficacia y qué había hecho el gallero de Entre Ríos para perder tan rápido, tamañas cualidades? Podemos hacer mil conjeturas, quizá el nombre de la gallera de los hermanos Mazfkauchan “LOS CONSANGUINEOS” (Rafael Mañas Perdomo “El Gallo Fino de Combate” edit. Albatros, pág. 206) resulte por demás revelador, pero lo cierto es que con la misma materia prima es muy difícil que los criadores produzcan aves de la misma calidad. Los que criamos gallos, hemos repetido hasta el hartazgo que la incertidumbre estará siempre presente a la hora de enrazar nuestras aves. Hace mucho tiempo que a la previsibilidad le firmamos el certificado de defunción. Cuenta el Sr. Néstor Guerrero, en la revista argentina “Tradición Gallera” cual fue el origen de los “Pitangas” una de las familias más prestigiosas de la historia gallística del Brasil. De un mismo padre y madre nacen dos hermanos, el mencionado “Pitanga”, gallo chato y fuerte, pero menos habilidoso que su hermano, el “Andarillo”, un auténtico crack que recibe ese nombre porque viajaba continuamente para combatir en diferentes reñideros del Brasil. Como el “Andarillo” estaba permanentemente en cuida, su criador decide sacarle cría al “Pitanga”, el resultado fue extraordinario, gallos valientes, grandes peleadores, fuertes y de gran espuela, éste fue el comienzo de una estirpe que marcó una época en la gallística de aquel país. Cuando el “Andarillo” es retirado de las lides, lo destinan a la reproducción, sus crías nunca alcanzaron el nivel de las de su célebre hermano. El “Pitanga” menos habilidoso, con un físico menos armonioso fue dueño de una formidable capacidad para transmitir los rasgos más positivos de su fenomenal familia. Cierta lógica nos indicaría que el “Andarillo” potencialmente estaba en mejores condiciones de padrear y sin embargo, la realidad nos demostró exactamente lo contrario. Cuando suceden estas cosas, no puedo dejar de pensar en la teoría del célebre criador de caballos pura sangre, Federico Tesio, cuando se refiere al desgaste del potencial nervioso de los animales sometidos a largos períodos de entrenamiento y competencia. Los factores no genéticos suelen gravitar de manera decisiva para potenciar o disminuir las posibilidades de éxito, en cada apareamiento que propiciamos. En Argentina está finalizando la presente temporada; este año, el deporte de los gallos recibió una buena noticia, la provincia de San Luis se suma a otras regiones donde se riñen libremente nuestros gallos, toda una noticia en estos tiempos donde los embates de las “Protectoras” arrecian sin que los galleros tengamos muy claro cuál debe ser nuestro comportamiento. Si hacemos la más fácil, dejar nuestra defensa en manos de la corporación de abogados, estamos condenados; la única gestión válida para que nuestros gobernantes reflexionen sobre la verdadera dimensión del problema es la acción directa, y la única acción directa que podemos llevar a cabo los galleros, es pelear nuestros gallos, pese a todas las restricciones que nos impongan. En el momento que la situación los desborde, como pasó en nuestra provincia de Tucumán, comenzarán a tomarnos en serio. Si esperamos que nuestros gobernantes, nuestros legisladores, reconozcan su desconocimiento sobre el tema, y en un rapto de inusual sabiduría recurran a la ayuda de ciencias como la antropología, la sociología, la historia, para comprender este fenómeno que se da en cualquier rincón de nuestro planeta, estaríamos alimentando falsas expectativas, tienen tanto miedo a las críticas de ciertos sectores que se autodefinen como “modernos”, “cultos”, “progresistas” que aunque intimamente sepan que están cometiendo una soberana injusticia, de ninguna manera se permitirán poner en riesgo el dudoso prestigio que ellos creen poseer, seguirán empujando a los sectores más humildes hacia la nada, sólo se acordarán de ellos en épocas electorales, prometerán lo que luego de ninguna manera estarán dispuestos a cumplir. No se pueden avalar eternamente situaciones de flagrante injusticia sin que en algún momento se deba rendir cuenta por ello. Nuestros dirigentes parecen ignorar que un silencioso ejército de parias se acrecienta día a día, seres engendrados en medio de la mayor miseria, el resentimiento, la droga, el desprecio por la vida, se multiplica con una celeridad alarmante, esta multitudinaria legión de criaturas, al decir de algunos, son el cimiento de una "nueva raza”, transgresora de todos los valores que atesora nuestra sociedad, furibunda expresión del dolor y la rabia contenida. Cuando llegue el tiempo, no que pidan, sino que exijan explicaciones, veremos cuantos de estos hombres públicos, son capaces de comportarse como gallo fino. Bien vale la pena recordar unos versos de José Hernandez (1834-1886) autor de nuestro célebre “Martín Fierro” Tiene el gaucho que aguantar Hasta que lo trague el hoyo, O hasta que venga un criollo A esta tierra a mandar. Los pobres de nuestra Latinoamérica, no las bandas de desaforados ultraviolentos, están perdiendo la paciencia, se niegan a convertirse en resignados y masoquistas espectadores de su propia decadencia, algo harán al respecto. La relación que une al hombre con el gallo de riña es de una amistad profunda, pasional, alejada totalmente de toda manifestación de crueldad y conectada con valores esenciales de la vida, pundonor, gallardía, estoicidad, son sólo algunas de las virtudes que nuestros gallos día a día, se empeñan en que los hombres las tomemos como propias. Permitir que el hombre disfrute de tamaña relación, no va ni siquiera a disimular los múltiples problemas que hoy agobian a nuestra gente, pero por lo menos le darán la posibilidad de recrear y gozar de una pasión ancestral, milenaria, que nos llega desde la noche de los tiempos y que ninguna ley podrá desterrarla. Mientras un puñadito de hombres habite nuestra madre tierra, habrá un gallito de riña que con su canto corto y potente nos alertará que un nuevo día está pariendo, lo que no es poco. Para finalizar, una cosita más, ¿Sabrán los proteccionistas de U.S.A. que Abraham Lincoln (1809-1865) fue un ferviente gallero? Y que siendo presidente y cuando fue interpelado por un opositor por no prohibir las riñas de gallos, éste respondió: “Hace mucho tiempo que el Creador permite que los hombres inteligentes, creados a su imagen y semejanza, pelear en público. No seré yo quien impedirá a los gallos el mismo privilegio”. Esperemos que no nos sigan castigando, un afectuoso saludo para todos.- |